Oh, vaya, es dejar unos días el blog, y tengo intrusos…menos mal que esta vez no son ladrones y es una pequeña hadita…¡y encima me ha preparado una fiesta sorpresa! Os agradezco vuestra asistencia y vuestras felicitaciones. Hay quien dice que el que recuerden o no la fecha del cumpleaños de uno no es importante, y yo más bien pienso que es una fecha más para que se acuerden de una, y que si no lo hacen, es una fecha mas para que no se acuerden. Siempre he dicho que si no te felicitan pero si que se acuerdan de ti durante el año, no pasa nada, pero claro, hay quienes no se acuerdan de ti ni siquiera en este día. Pero no será a ellos a quien les de protagonismo, sino a todos vosotros que sí lo habéis hecho. ¡¡Muchas gracias!!

Os quiero contar, ya que estoy, mi viaje a Granada. Porque cada viaje es una aventura que nos puede servir de escenario para algún cuento o novela, ahora o quizás mas adelante.
Lo primero que me sucedió, nada más pisar el centro, fue un extraño mareo. Dicen que es el mal de altura. Este, se convirtió en una risa tonta por las calles de Granada como si estuviera fumada. Fue divertido porque es que además sus calles están hechas para que las patosas como yo nos vayamos escurriendo y tropezando por todos lados…


El día del cumpleaños, es decir el viernes, lo pasé acompañada de llamadas todo el día de mis familiares y algunos amigos, y mis chuches en mano, por las calles de Granada. Vimos desde el barrio del Albaycín de día la Alhambra desde el mirador. Con precaución porque dicen que hay mucha delincuencia por este barrio que había que visitarlo cuando hubiese más turistas. Y así lo hicimos.
Por la tarde fuimos a Salobreña. Para los que viváis en la costa os será más habitual, pero para mi fue especial porque nunca lo había pasado al lado del mar.

Y por la noche, vimos la Alhambra desde el río. El entusiasmo estaba un poco menguado porque no fuimos con entrada y como no la íbamos a poder verla por dentro, me desilusioné un poco

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Sobre las comidas, antes de salir de Madrid busqué sitios recomendados para ir a buscarlos y estuvimos en varios de ellos. Para los que estéis pensando en ir, os cuento un poco los sitios en los que estuve. Para tapear estuvimos en la Antigualla, es muy céntrico y siempre está lleno, por lo que lo tomamos en la calle. Está bastante bien porque con la bebida te ponen bocadillitos o hamburguesas. Otro que estaba cercano, que me gustó mucho es la Riviera. Hay más sitio para sentarse (aunque tuvimos suerte de pillar una mesa) y las tapas están muy bien también. Según vas pidiendo te van poniendo una diferente.

Al lado de este hay un sitio muy bueno para cenar que os recomiendo (que ahora no recuerdo el nombre) Es más fácil encontrar sitio y cenas muy bien. Son platos baratos y muy grandes.
También estuvimos, porque allí otra cosa no, pero bares todos los que quieras, fuimos a uno que se llamaba el Nido del búho que me gustó mucho, además el nombre es muy gracioso, donde podías elegir las tapas, que eran muy grandes también. Con un par de tapas o tres comes. Y el último día estuvimos en otro que se llamaba El Arenal, que me lo recomendó un compi de mi curro, donde las tapas eran también muy grandes y caseras, (la primera era lomo con patatas, la segunda calamares a la romana con ensalada de repollo, la tercera albóndigas…) aunque para encontrar sitio era más difícil.
La parte mala de Granada fue que había procesiones por todos lados. Sobretodo el sábado, que por todas las calles que ibas te encontrabas una, encima con olor a incienso por todos lados. Así que aquella noche nos la pasamos huyendo, jeje…
También que por eso precisamente había gente por todos lados. Y coches, muchos coches que entraban por las callejuelas mas pequeñas y turísticas. Me gustan las ciudades que tienen muchas calles peatonales, y Granada muchas no tenía. Además el barrio del Albaycín, que es la que más tiene de este tipo, como os digo, no era aconsejable ir por la tarde y menos por la noche.
Tampoco me han parecido demasiado simpáticos. La gente con la que hablamos eran un poco secos, imaginaba que serían de otra forma. Solo conozco, de Andalucía, Córdoba y ahora Granada, y la verdad me parecieron más simpáticos los cordobeses, así en general claro, nunca se puede decir que todos, pero era un poco lo que vimos allí. Y ya no solo simpáticos, sino que vi que faltaba educación, así que muy buena imagen no me han dado.


Ahora, eso sí, lo que más me ha gustado de la ciudad es que en cada rincón había un perro. ¡Todo el mundo allí tiene un perro! Y también me gustó la zona del río con toda la vegetación alrededor. También me gustó mucho una pared de un instituto a las afueras en la que habían pintado muchos cuadros famosos. Y claro, me tuve que hacer una foto con cada uno.
La sorpresa del último día fue que, por probar suerte, s

ubimos a la Alhambra a preguntar si había entradas, y curiosamente sí que había. Solo para visitar los jardines y la alcazaba, pero era mucho más de lo que pensábamos que íbamos a ver. (Además que en una tarde tampoco da tiempo a más). Así que por la tarde pudimos entrar, y había gente, pero tampoco era tanto agobio, así que pudimos disfrutar del paseo y de un poco de sol, porque fue el día que más despejado estaba.
Al subir a la torre de la alcazaba, otra vez el mareillo preliminar a la risa floja. Bajé todas las escaleras y la cuesta riéndome de todo, en fin…

La última noche, la de domingo, para despedirnos, fuimos a cenar a la Bella Dama. Un sitio súper curioso por su decoración inclasificable pero digno de ver, (lleno de chismes y vitrinas con

artilugios de todas clases) donde además se cena muy bien y los camareros eran más simpáticos (pero no granadinos).

El resto ya os lo sabéis. Vuelta a Madrid mas cansada que descansada, y esa misma tarde a currar…pero bien, porque de nuevo a celebrar el cumple. (Que eso es lo bueno que tiene que caiga en estas fechas, que lo celebras varias veces).

Y encontrarme esta sorpresa en la que habéis participado que os agradezco enormemente. ¡¡Gracias de nuevo!!
Y para acompañar, esta canción que me gusta mucho, y que escuchaba allí.
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